En 1940 Hattie McDaniel se convirtió en la primera afroamericana en ganar un Óscar, pero el desprecio de los “estúpidos hombres blancos” estaba –¿está?– más fuerte que nunca; casi no la dejan entrar a la ceremonia, y terminó sentada en una de las últimas mesas de la gala.
Un rato después oyó su nombre como ganadora en la categoría de mejor actriz de reparto, una de las ocho estatuillas de ‘Lo que el viento se llevó’. Recibió unos tímidos aplausos, pero no pudo celebrar ni brindar con todo el equipo: no la invitaron a la fiesta.
McDaniel hizo el papel de Mammy, una mujer que combinaba los oficios del hogar con el rol de consejera de la protagonista del filme, Scarlett O’Hara, interpretada por Vivien Leigh.
Choferes, empleadas, vagabundos. Los afros no han tenido una buena vida en el cine. En buena parte de las películas de acción, el afroamericano es el criminal más peligroso o el policía que muere primero.
En la década de los 70 y 80, filmes como ‘Vengador anónimo’ fueron duramente criticados por reforzar esta idea. Una regla infame en el cine de terror era que el primero que moría era el afro. Solo era necesario ver un rostro negro en ‘Viernes 13’ o ‘Pesadilla sin fin’ para saber su destino.
También fueron encasillados como los ‘buenos amigos’ o los escuderos del protagonista blanco de turno, como Bubba en ‘Forrest Gump’. Su rol era acompañar de un lado a otro al protagonista (Tom Hanks) en la búsqueda de su destino, y era presentado –incluso– con más problemas cognitivos que Forrest.En los años 70 hubo una primera rebelión. Varios realizadores, actores y guionistas afroamericanos decidieron contar sus propias historias y empoderarse, y nació el blaxploitation, un género en el que se narraban sus conflictos, sus batallas y tenían sus propios héroes.
El blanco era el malo o representaba un papel secundario, y se aparecieron héroes como los de’Shaft’, un policía rudo que no le temía a nada ni a nadie, y ‘Foxy Brown’, interpretada por la reina de ese género, Pam Grier, una agente que luchaba contra el narcotráfico y derrumbaba cualquier idea de debilidad o dependencia de la mujer afro.
Hoy, el brutal asesinato de George Floyd revivió viejas heridas. Y el cine y la televisión protagonizados y dirigidos por afros ha tomado una nueva dimensión. Directores como Spike Lee (‘Haz lo correcto’, ‘El infiltrado del KKKlan’ y ‘Da 5 Bloods’) o John Singleton (‘Boyz n the Hood’, ‘Duro aprendizaje’) y actores como Will Smith, Halle Berry o Denzel Washington –que han logrado el estatus de estrellas mundiales– marcaron un camino que ahora se nutre de la mirada de una nueva generación.
Ryan Coogler llevó a un superhéroe afroamericano a la cima con ‘Black Panther’; Jeff Daniels hizo el intenso drama de ‘Precious’; Antoine Fuqua le dio otro aire al género de acción con películas como ‘Día de entrenamiento’ y ‘El justiciero’.
Jordan Peele, gracias a filmes como ‘¡Huye!’ y ‘Nosotros’, ya es considerado uno de los grandes del cine de terror y suspenso y es el productor de la nueva versión de la serie ‘Dimensión desconocida’ y de ‘Lovecraft Country’, de HBO.
Anna Duvernay es artífice de la miniserie ‘Así nos ven’, y ‘Gina Prince-Bythewood’ es la primera realizadora afroamericana en dirigir una película de acción con ‘The Old Guard’, para Netflix. La temática negra también arde en series como ‘Watchmen’, ‘Atlanta’ o ‘The Godfather of Harlem’, que exploran las complejidades del racismo y el orgullo de la comunidad afroamericana.
En Colombia hemos tenido series exitosas como Los colores de la fama (1989) y Leonor (2019). Han brillado varios actores como Indhira Serrano, María Nela Sinisterra, Nina y Andy Caicedo, Óscar Borda, Isa Mosquera, Karen Hinestroza, Julián Díaz, Bárbara Perea, Ómar Murillo, Wálter Díaz y Jarlín Martínez, pero, como afirma la periodista Mabel Lara, son “pequeños logros. Hoy somos más conscientes de mostrar la diversidad, pero todavía nos falta. A veces creo que es para llenar una cuota, aunque vamos a la universidad, nos educamos, cumplimos con los requisitos; en las redacciones, por ejemplo, todavía hay muy pocos afros”.
“Es muy bacano que todo eso esté pasando porque permite visualizarnos y decir que estamos en todos lados, que hacemos parte de un mundo que está cambiando y sembrando nuevas cosas, pero me da miedo que nos convirtamos en una cosa pasajera, reflexiona Johnny Hendrix Hinestroza, director chocoano de producciones como ‘Candelaria’, ‘Chocó’ y ‘Saudó: laberinto de almas’.
“Los pocos que han abordado el tema lo han hecho bien”, agrega Hinestroza. “Óscar Ruiz Navia, por ejemplo, con ‘El vuelco del cangrejo’ y en ‘Los hongos’, donde tiene un personaje afro que muestra toda su idiosincrasia y no está encasillado en un cliché tradicional, y ‘X500’, de Juan Andrés Arango”.
También hay filmes fundamentales como ‘Siembra’, ‘Keyla’, ‘Manos sucias’, ‘El arriero’, ‘Perro come perro’ y ‘Somos calentura’.
Jorge Navas, director de ‘Somos calentura’, una película que sigue las peripecias de un grupo de jóvenes de Buenaventura que tratan de escapar con la música y el baile urbano de la violencia, no se queda callado.
“Tratamos de mostrar a unos héroes locales, pero cuando la presentamos me sorprendí de que había un nivel del racismo que no me imaginaba. Soy caleño y vivo la cultura afro de forma cotidiana. No pensaba en un mercado de nicho, sino en contar una historia de seres humanos en una situación difícil”, manifiesta Navas.
La experiencia fue enriquecedora para él y para el equipo. “Fue increíble acercarnos a la estética, la moda, la música, las raíces. Y fue lo más bacano de hacer la película.
Nosotros teníamos un distribuidor estadounidense que vendía la película en el exterior, y él nos decía que, en realidad, las historias afros son todavía de nicho, a menos que esté Will Smith o que sea una película de Spike Lee o una ganadora del Óscar como ‘Moonlight’”.
Su película no fue un éxito de taquilla en Colombia, pero ahora está en la parrilla de HBO en Estados Unidos con el título ‘We are the Heat’. “Creo que las historias de los afros no representan el modelo convencional de la gente ni de la economía de la industria, por eso hay tan pocos actores protagonistas”, dice Hinestroza.
“Es interesante que se haya dado todo este estallido en Estados Unidos –comenta Navas–. Es un paso importante. En Colombia hay nuevos realizadores que están trabajando bien, pero también son invisibles. El racismo genera presión, y el cambio puede tomar mucho tiempo”.
ANDRÉS HOYOS VARGAS
@AndresHoy1
Fuente: El Tiempo